Puesto que los buenos árboles se reconocen por sus buenos frutos, ¿no serán excelentes las personas del versículo 22? Se presentan con las manos llenas de obras aparentemente meritorias: profecías, milagros, demonios expulsados… pronuncian el nombre del Señor a cada instante. “Nunca os conocí”, les contestará solemnemente el Señor Jesús. Sus frutos no son los de la obediencia a Dios.
Todas esas enseñanzas no son difíciles de entender. De hecho, lo que nos falta no es comprenderlas, sino ponerlas en práctica. Por eso, al acabar sus discursos, con una corta parábola el Señor muestra la diferencia entre poner en práctica y escuchar solamente. He aquí dos casas parecidas a primera vista; ahora veamos el fundamento. Una casa es edificada sobre la roca de la fe en Jesucristo (1 Corintios 3:11); su constructor “cavó y ahondó” (Lucas 6:48). La otra casa únicamente descansa en la arena movediza e incierta de los sentimientos humanos. Hasta el día de la prueba –la prueba necesaria– podríamos confundirlas. Pero… observemos lo que le sucedió a la segunda casa. Prudente e insensato, tales son los respectivos calificativos que reciben los dos constructores. ¿A cuál de estos dos tipos de constructores pertenece usted?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"