Incurrir en ciertos delitos exponía al israelita al castigo corporal, pero mesuradamente. Hebreos 12:9 precisa que el castigo es una prerrogativa de la disciplina paternal, la cual contribuye a inculcar el respeto (véase Proverbios 23:13-14). Dios toma el castigo de la vara como ejemplo de la disciplina que él mismo ejerce para con sus hijos; nos recuerda que “azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12:6). Pero en su sabiduría y conocimiento sobre la crueldad del corazón humano, fijó un límite; el culpable no podía recibir más de cuarenta latigazos. Para estar seguros de no sobrepasar este número, los judíos tenían por costumbre dar cuarenta golpes menos uno. En su odio contra el Evangelio, los judíos hicieron pasar a Pablo por ese inicuo castigo cinco veces (2 Corintios 11:24).
Otro versículo de nuestra lectura (v. 4) evoca los trabajos del apóstol (1 Corintios 9:9). Por último, la instrucción concerniente a los deberes del cuñado sirvió a los saduceos para tender una trampa al Señor Jesús con respecto a la resurrección. Pero él les respondió:
Erráis, ignorando las Escrituras…
(Mateo 22:29)
El medio para no extraviarnos es conocer bien la Palabra de nuestro Dios y apoyarnos en ella.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"