Dios es luz; Dios es amor (1 Juan 1:5; 4:8), y se revela de esta doble manera en los mandamientos aparentemente más ínfimos. Como luz: condena al ladrón, vela para descubrir cualquier brote de lepra (figura del pecado), exige justicia de parte del prestamista y del empresario, aprecia la medida de responsabilidad de cada pecador. Como amor: tiene los ojos puestos en todos los oprimidos, deudores, pobres, extranjeros, viudas, huérfanos, siervos; los clamores de estos llegan hasta sus oídos. Así lo declara Santiago con respecto a los ricos que detenían fraudulentamente el jornal de los trabajadores que habían segado sus campos (Santiago 5:4).
El mundo admira a la gente poderosa y rica, mas por los débiles y los pequeños solo muestra un mediocre interés. Hijos de Dios, vigilemos para no dejarnos ganar por tal manera de obrar. Nuestro Maestro atravesó este mundo como siervo, forastero y pobre. Jesús de Nazaret no fue objeto de consideración.
(Fue) despreciado y desechado entre los hombres… menospreciado, y no lo estimamos.
(Isaías 53:3)
Habéis “afrentado al pobre”, hace constar Santiago (cap. 2:6). Mientras que el Salmo 41 empieza así:
Bienaventurado el que piensa en el pobre.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"