El privilegio del hijo mayor era grande en Israel (v. 17). ¿Pero qué decir de nuestras ventajas, si somos hijos de padres cristianos, criados según las enseñanzas de la Palabra? ¿No nos entristece comprobar que a pesar de tener unos privilegios tan grandes, muchos han seguido el camino del hijo contumaz y rebelde? Semejante camino llevaba al joven israelita a la muerte sin remisión. Sus propios padres debían denunciarlo para que fuese apedreado. Esta historia del hijo insensato, borracho y libertino la volvemos a encontrar en Lucas 15, pero allí acaba de una manera muy diferente. El hijo pródigo no era mejor que el hijo rebelde de nuestro capítulo. Pero la gracia lo halló y obró en su corazón, llevándolo al arrepentimiento. Entonces, en vez de la acusación del padre, este va a su encuentro con los brazos abiertos; en vez de la inflexible condena, hay un pleno perdón; en vez de la muerte, se le abre la casa paterna, halla el festín, el gozo.
Los versículos 22 y 23 evocan otra muerte terrible. ¡Y esta la sufrió en nuestro lugar el Hijo muy amado, el Hijo obediente!
Maldito todo el que es colgado en un madero.
(Gálatas 3:13)
¡Misterio insondable de la cruz! Allí Cristo fue hecho maldición para que la bendición de Abraham nos alcanzase por la fe (Gálatas 3:14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"