Dios no condena solamente el mal notorio y grosero (cap. 21), sino que también reprende toda forma de egoísmo. Perder un buey o un asno es señal de falta de vigilancia (1 Samuel 9:3). No obstante, Dios se vale de ello para enseñarnos que no tenemos ningún derecho a permanecer indiferentes ante lo que sucede con nuestro prójimo. Nos recuerda que este es nuestro hermano y nos invita a ocuparnos de lo suyo con tanto cuidado como si fuera nuestro. Sin su carnero para el sacrificio, su buey para arar y su asno para cargar sus bultos, ¿cómo podía un israelita servir a Jehová y subsistir? No nos parezcamos a los creyentes en quienes Pablo tenía que deplorar la ausencia de espíritu de servicio:
Todos buscan lo suyo propio…
(Filipenses 2:21; leer también 1 Corintios 10:24).
El versículo 5 cobra todo su valor en el mundo moderno donde la mujer tiende a hacerse igual al hombre. Ello es invertir el orden divino en la creación. De todas formas, incluso si no comprendemos el alcance de tales instrucciones, guardémonos de ser “contenciosos” (1 Corintios 11:16). Los versículos 9-11 nos recuerdan que Dios no quiere confusión ni mezcla de las realidades divinas con los principios de este mundo en la vida y en el testimonio de sus hijos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"