Dar es fuente de gozo no solamente para el que recibe, sino particularmente para el que da.
Más bienaventurado es dar que recibir.
(Hechos 20:35)
Gozo del cual Dios, el “Padre de las luces”, de quien desciende “toda buena dádiva y todo don perfecto”, es el primero en disfrutar (Santiago 1:17). Y, con el propósito de que los suyos compartan ese gozo, coloca ante ellos muchas ocasiones de dar. ¡Qué contradicción si su corazón se entristece al hacerlo! (v. 10). No olvidemos nunca que “Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).
Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra.
(v. 11)
“A los pobres siempre los tendréis con vosotros”, dijo el Señor Jesús (Juan 12:8). La ocasión para experimentar el gozo de dar, aunque solo sea una palabra de verdadera simpatía, siempre se presenta. Quizás está a nuestra puerta, como lo estuviera Lázaro a la puerta del hombre rico (Lucas 16:20), pero cerramos los ojos para no verla, nos falta un corazón abnegado para aprovecharla.
El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente.
(Proverbios 22:9)
El ejemplo del siervo hebreo, figura de Cristo, nos recuerda que todo lo que hagamos por amor al más pobre o más pequeño que nosotros, es para Jesús que lo hacemos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"