En los versículos 12 y 13 se presenta un hermoso programa ante los hijos de Israel. Amigo cristiano, el Señor no pide otra cosa “de ti”, sino tu temor, fidelidad, amor, abnegación y obediencia. Miqueas 6:8 formula la misma pregunta y, como respuesta, invita a obrar con rectitud, bondad, humildad. Todo esto se requiere para nuestro bien, “para que tengas prosperidad” (v. 13), y no es sino una justa respuesta al amor divino. ¡Felices lazos recíprocos!
De tus padres se agradó Jehová para amarlos.
(v. 15)A él solo servirás, a él seguirás.
(v. 20)
Se exige la circuncisión del corazón. No basta una señal exterior como prueba de que se tiene una religión. En el corazón debe haber un sello para indicar que se han juzgado las pretensiones de la carne y que se pertenece a Dios.
Dios es el sostén de los que se hallan solos en la vida. El huérfano, la viuda y el extranjero son particularmente objetos de sus cuidados. Este “Dios grande, poderoso, y temible” (v. 17), que ha hecho “estas cosas grandes y terribles” (v. 21), también es un Dios lleno de ternura, un Padre para los huérfanos y un Juez que hace justicia a las viudas (Salmo 68:5).
Él es el objeto de tu alabanza.
(v. 21)
No solamente lo que ha hecho, sino su Persona misma es un tema continuo de adoración para el corazón y los labios del rescatado.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"