Ofreciéndose para ayudar a sus hermanos en la conquista de la tierra de Canaán, los hijos de Rubén y de Gad dan muestras de celo, de valentía e incluso de abnegación. Pero eso no reemplaza, a los ojos de Jehová, el amor hacia él y por el país que les ha dado. Los guerreros de estas dos tribus conocerán la tierra prometida y pasarán el Jordán para ayudar a sus hermanos. Pero sus mujeres y sus niños jamás entrarán en ella. Por su culpa, estos no gozarán de la promesa de Jehová (cap. 14:31). Recordemos también que en otro tiempo el Faraón intentó impedir que los niños saliesen de Egipto (Éxodo 10:10). Ahora los propios padres obstaculizan la llegada de sus hijos a Canaán. El Señor Jesús ordena:
Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis.
(Marcos 10:14)
¡Desgraciadamente existe más de un medio para impedir que un niño se acerque a Jesús!
En el territorio de Galaad, indiscutiblemente los rebaños prosperarán, pero no ocurrirá lo mismo con las familias; estas decaerán, tal como lo demuestra la historia de estas tribus.
Queridos amigos, ¿qué es más importante: la prosperidad de nuestros negocios o la de nuestra alma? Ellas casi nunca pueden ir juntas.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"