Por incitación de Balaam, las mujeres de Moab y Madián lograron arrastrar a Israel a adorar sus ídolos. Mas ha llegado la hora del castigo. La venganza sobre los madianitas es despiadada; este pueblo queda casi aniquilado. Para nosotros ello es imagen de la diligencia con la cual somos llamados a cortar y a echar lejos de nosotros todas las ocasiones de caer (Mateo 5:27-30). Si sentimos, por ejemplo, que el trato con alguien encierra un peligro para nuestra alma, no vacilemos en cortarlo por lo sano, no importa lo que piense dicha persona.
Los versículos 25 a 54 sugieren los felices resultados que podemos esperar al “exterminar” lo que sirve de lazo para nuestras almas. Lejos de empobrecernos (no falta ni un solo combatiente), podemos adquirir un gran botín espiritual, del cual se beneficia “toda la congregación” (v. 27), y Dios también recibe su porción en forma de acciones de gracia.
Balaam también murió a filo de espada (v. 8). No conoció “la muerte de los rectos” (cap. 25:10), ni disfrutó mucho tiempo de la recompensa por la cual había vendido su alma. Tal es el fin de un camino perverso, de un camino que conduce a la perdición.
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
(Mateo 16:26)
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"