Para pronunciar su tercera profecía, Balaam se abstiene de los anteriores agüeros (v. 1). Hombre entregado al espiritismo, instrumento habitual de los demonios, se ve forzado a pronunciar los oráculos que Dios pone en su boca. Y cuanto más se obstina Balaam, tanto más bendecido es el pueblo. El versículo 5 constata no solamente la ausencia de iniquidad en Jacob (la gracia), sino la admirable belleza de las tiendas de Israel (la gloria). En medio de estas tiendas se alzaba la de Jehová mismo, la morada de su gloria, de manera que todo el campamento era hecho partícipe de esta gloria.
La Iglesia sigue en el desierto, pero Dios ya la contempla según su relación con su muy amado Hijo. Ella es la Esposa de Cristo; a sus ojos está revestida con todas las perfecciones de su Esposo divino. Dios nos invita a mirar a la iglesia y a cada hermano o hermana individualmente desde “la cumbre de las peñas” (cap. 23:9), es decir, del mismo modo que él los ve desde el cielo. Entonces tendremos de ellos una visión completamente distinta. Veremos brillar la belleza del vestido de justicia con el cual el Señor ha revestido a los suyos. Notaremos en ellos unos reflejos de las glorias de Jesús. Y si hay situaciones penosas, porque tampoco podemos evitar verlas, ello será otra ocasión más para admirar la grandeza de la paciencia y del perdón divinos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"