Cincuenta días separaban la fiesta de las primicias de la fiesta de las semanas o Pentecostés. Ambas tenían lugar el día siguiente al sábado, esto es, el primer día de la semana. Sabemos que después de su resurrección, antes de subir al cielo, el Señor apareció varias veces a sus discípulos para consolarlos, animarlos y enviarlos a anunciar el Evangelio. Luego, el capítulo 2 del libro de los Hechos nos muestra cómo el Espíritu Santo descendió del cielo el día de Pentecostés para morar en la Asamblea. Los dos panes mencionados en el versículo 17 son un símbolo de esta Iglesia, compuesta de cristianos judíos y “gentiles”. Pero los que la constituyen todavía están en la tierra; por eso la levadura, imagen del pecado, está presente en estos panes (1 Juan 1:7-9). Estas son “las primicias” de la obra de la cruz presentadas a Dios por el Sacerdote. Y Jesús, al hablar de sí mismo como del “grano de trigo” que debía caer al suelo y morir, podía añadir:
si muere, lleva mucho fruto.
(Juan 12:24)
La gavilla de las primicias era las arras de una rica cosecha (v. 22). Cristo, hombre resucitado, no quedará solo en la gloria. Volverá con alegría, trayendo sus gavillas (Salmo 126:6).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"