La segunda venida de nuestro Señor Jesucristo (2)

Ahora, al entrar en estos asuntos, es importantísimo distinguir entre la esperanza de los judíos y la de los cristianos. Dios había hecho de los judíos una nación especialmente favorecida. Los conservó separados, les dio la ley, los probó; y al probarlos probó la raza humana entera, hallándola completamente incapaz de servirle y agradarle.

La venida del Señor Jesús al mundo fue lo suprema tentativa. Y ¿qué sucedió? Le crucificaron. Cuando Jesús fue crucificado, Dios, según se comprende en las Escrituras, dejó de patrocinar a los judíos, y comenzó con la Iglesia. Según las Escrituras, la Iglesia está compuesta de todos los creyentes en quienes habita el Espíritu Santo.

Los judíos, por lo tanto, fueron puestos aparte. Fácilmente podemos ver esto. La notable particularidad que hay en ellos, es la siguiente: constituyen el más fuerte de todos los argumentos contra la incredulidad actual. Se han mezclado, durante largos siglos, con todas las naciones y, sin embargo, nunca han perdido su distintivo.

La mano de Dios está sobre Su pueblo favorecido, y ¿cuál es la expectativa del judío? Que el Mesías ha de venir a reinar sobre la tierra. ¿Qué espera el cristiano? Que el Señor venga del cielo. ¿Se ha de realizar la esperanza del judío? Sí. ¿Se ha de realizar la esperanza del cristiano? Igualmente.

El ladrón moribundo cuando expiraba al lado de Jesús dijo: “Señor, acuérdate de mí, cuando vinieres a tu reino”. ¿Qué quería decir con esto? Había sido enseñado por las Escrituras a que esperase al prometido Mesías, y reconoció a Aquel que se hallaba en la cruz del centro como el Hijo de Dios, el Hijo de David, el prometido Mesías, Jesús, Emmanuel. Como judío, había aprendido que el Mesías se sentaría un día en el trono de David, y reinaría en Su antiguo pueblo. Fue una escena conmovedora. Reconoce en Jesús al Mesías y manifiesta, por decirlo así, este pensamiento: “Señor, cuando venga Tu reino, cuando Tu pueblo te acepte como Rey, en vez de rechazarte, en vez de darte por escarnio el título de Rey de los judíos, Señor, cuando vinieres con triunfo acuérdate del pobre ladrón que muere a Tu lado”. ¿Qué respondió Jesús? Le dio la seguridad de una cosa todavía mejor: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Los judíos, pues están esperando que Jesús venga a reinar sobre la tierra: los cristianos, que venga para llevarlos al cielo. El último capítulo que se encuentra en el Antiguo Testamento dice que ha de nacer el Sol de justicia trayendo salvación en sus alas mientras el último capítulo del Nuevo Testamento dice: “Yo soy la raíz y el linaje de David”. Cristo era de David, porque según la carne procedía de su real linaje, y David procedía de Cristo, porque el Señor Jesucristo es el Creador del cielo y de la tierra.

Enseguida añade: Soy “la estrella resplandeciente de la mañana”. El último capitulo del Antiguo Testamento habla del sol naciente, en el último capítulo del Nuevo Testamento habla de la estrella naciente. ¿Cuál es la diferencia? La estrella del alba surge antes del sol. El cristiano ha de ver a Jesús antes que el judío. El cristiano ha de ser arrebatado por Cristo antes que El venga a reinar sobre Su pueblo. Nosotros esperamos, en suma, que el Señor venga y nos lleve al cielo, mientras que los judíos esperan que El descienda a la tierra y reine aquí sobre ellos.

¿Qué sucederá, pues? En los versículos 13 y 14 de 1 Tesalonicenses 4, se dice a los creyentes vivos con respecto a los creyentes que han muerto: “Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”.

¿Qué significa, traerá Dios con Él a los que murieron o durmieron? Quiere decir sencillamente que cuando el Señor Jesús viniere a reinar en este mundo, traerá consigo, como dice el apóstol Judas a “sus santas decenas de millares” (v. 14); traerá a Su Esposa, a Su Iglesia, a los cristianos. Le acompañarán en Su venida todos los que le pertenecen. Pero ¿de qué manera traerá consigo a los que murieron? Los que murieron en Cristo resucitarán primero y, juntamente con los creyentes vivos, serán arrebatados para estar con el Señor; de esta manera los santos que duermen podrán venir con Cristo. Viene, primero a buscarlos, resucitándolos de la sepultura, y así todos nosotros seremos arrebatados, y estaremos prontos, para después descender con el Rey para reinar sobre la tierra.

En seguida, tras cierto espacio de tiempo, comprendido entre el fin del capitulo 3 y el capitulo 20 del Apocalipsis, serán derramadas las plagas sobre la tierra. Mas durante este período la Iglesia se ha de encontrar en el cielo; el Espíritu Santo se habrá ido también al cielo y el mal campeará suelto. El “hombre de pecado” se revelará, pero caerá sobre él todo el juicio de Dios (2 Tesalonicenses 2:3; Apocalipsis 19:20). No se olvidará Dios de los pecados de los hombres. El dice: “Lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Asimismo, lo que 1as naciones sembraren, eso segarán, y lo que el mundo sembrare, eso segará.

Al cabo de esta tribulación que será poco duradera, algunos años a lo sumo, tornará a venir del cielo el Señor Jesús con Sus Santos, para establecer Su reino milenario sobre la tierra y reinar, como tiene prometido. Esa será la realización de la esperanza judaica. Por, el contrario, la esperanza cristiana es la vuelta del Señor para venir personalmente a buscarnos, y dichosos nosotros si nos encuentra esperando y velando, poseídos de una fe sencilla acerca de Su venida. Exclamemos alegremente y de todo corazón: ¡Que venga ese día!