Por su pecado, un sumo sacerdote debía ofrendar un becerro (v. 3), un príncipe o jefe debía ofrecer un macho cabrío (v. 22-23) y una persona cualquiera del pueblo solo tenía que ofrecer una cabra o un cordero (v. 27-28, 32). Quienes deben dar el ejemplo tienen una responsabilidad más grande, expresada por la importancia del animal ofrendado. Pero ante Dios todos los hombres han pecado y están destituidos de Su gloria (Romanos 3:22-23). El que se encuentren arriba o abajo en la escala social, que sean honrados o despreciados por sus semejantes, grandes pecadores o considerados como gente honrada, la verdad es que todos forman parte de una sola clase: la de los pecadores perdidos. Sin embargo, en su insondable misericordia, Dios ha creado una nueva categoría: la de los pecadores perdonados. Encerró a todos los hombres en la desobediencia, a fin de hacer misericordia a todos (Romanos 11:32).
Subrayemos la expresión:
Si se le hiciere conocer el pecado que ha cometido.
(v. 23, 28 V. M.)
Es una alusión al servicio delicado de “lavar los pies”, que consiste en ayudar a otro creyente a descubrir y a juzgar sus faltas (Juan 13:14).
“Y será perdonado”, concluye cada uno de estos párrafos. ¡Respuesta que Dios puede dar al pecador arrepentido, en virtud de la obra de su amado Hijo!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"