La celebración de la Pascua por Josías y el pueblo ocupa aquí cerca de un capítulo, mientras que el segundo libro de los Reyes le consagra solo tres versículos (cap. 23:21-23). Es la consecuencia del retorno a la Palabra, a la cual asistimos en el capítulo precedente. Para Israel, la Pascua era la primera institución divina, dada ya antes de la salida de Egipto. Correspondía al recuerdo de la gran liberación. Para los hijos de Dios, existe también tal «memorial» (1 Corintios 11:24-25). Alrededor de la Mesa del Señor, cada primer día de la semana los redimidos recuerdan su gran salvación y a Aquel que la cumplió. ¿Qué caracteriza esta Pascua así como el culto cristiano? Primero, la presencia del arca: Cristo (v. 3). Después, necesariamente, la santidad: al ser santa el arca, los levitas deben santificarse a fin de estar limpios para esta presencia. Finalmente, el objeto mismo de la fiesta es la ofrenda de los sacrificios. Nos recuerdan que cada creyente está invitado a ofrecer a Dios, no solo el domingo, sino sin cesar,
Sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre
(Hebreos 13:15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"