La gracia de Dios no solo se dejó doblegar por la súplica de Manasés, sino que aun le dio la oportunidad de reparar, en cierta medida, el mal que había cometido anteriormente. Hay conversiones que solo tienen lugar en el lecho de muerte. Si bien el alma todavía está a tiempo de ser salvada, en cambio, es demasiado tarde para servir al Señor aquí en la tierra. ¡Es una irreparable pérdida para la eternidad! (2 Corintios 5:10; 1 Corintios 3:15).
Una conversión se comprueba por sus frutos. Todo Judá es testigo de la de Manasés. Ahora rechaza los falsos dioses a los cuales había servido; el culto de Jehová reemplaza al de los ídolos. Esta es la señal de una verdadera conversión (1 Tesalonicenses 1:9). Conversión significa vuelta, un completo cambio de dirección. Jesús llega a ser el blanco de la vida, y toda la energía, usada hasta entonces para servir al mundo y al pecado, es reemplazada por la abnegación para el Señor.
Amón no saca ningún provecho del ejemplo de su padre (Jeremías 8:12). La humillación no se produce en su corazón. Por eso, pasa “como flor del campo”; según la expresión del profeta:
El viento de Jehová sopló en ella
(Isaías 40:6-7).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"