El rey interroga a los sacerdotes respecto de los “montones”. De la misma manera, el Señor se entera de todo lo que damos (o no damos) para él. Siempre será poca cosa:
Cinco panes de cebada y dos pececillos
(Juan 6:9),
pero él sabrá multiplicarlo. Y habrá de sobra después que cada uno haya sido saciado (v. 10; véase Juan 6:12; Malaquías 3:10). Nada de lo que Dios nos da debe perderse o despilfarrarse.
Se designan mayordomos y administradores. Para unos, sus funciones consisten en encargarse de las provisiones, para otros, en distribuir “con fidelidad a sus hermanos sus porciones” (v. 15). “Ahora bien –dice el apóstol–, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2). Él mismo dio ejemplo de ello cuando fue personalmente a Jerusalén a llevar el producto de una colecta (Romanos 15:25-26; 1 Corintios 16:3-4). Pero esa fidelidad no es menos importante cuando se trata del alimento espiritual para el pueblo de Dios.
Ezequías hizo lo bueno, recto y verdadero, de todo corazón. Es un hermoso resumen de su actividad. ¡Ojalá el Señor pueda decir otro tanto de cada uno de nosotros al fin de nuestra carrera!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"