“Ésta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna” (v. 25). Juan se refiere a estas palabras del buen Pastor: “Mis ovejas oyen mi voz… y yo les doy vida eterna” (Juan 10:27-28). Lector, ¿la recibió usted? ¿Es usted un hijo de Dios? Otra promesa del Señor era la del don del Espíritu Santo (Juan 16:13). Esa “unción del Santo” descansa hoy no solo sobre los “padres” sino también sobre los “hijitos” en Cristo para conducirlos “a toda verdad”. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, dijo el Señor Jesús (Juan 14:6). Aquí el apóstol confirma que quien niega al Hijo tampoco tiene al Padre (v. 23; Juan 8:19). El Padre no puede ser conocido fuera de Jesús (Mateo 11:27). Por eso el enemigo despliega tantos esfuerzos contra la persona del santo Hijo de Dios, especialmente para hacer dudar a los hombres de su existencia eterna y de su divinidad.
Sepamos reconocer la voz del mentiroso (v. 22). Lo que es “desde el principio” es valedero hasta “el último tiempo” (v. 24, 18). En presencia de todas las «novedades», nuestra seguridad consiste en atenernos a la enseñanza del principio (Gálatas 1:8-9).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"