Las herejías destructoras (o sectas de perdición) actualmente son florecientes. Su aparición es anunciada de antemano para que no nos extrañemos ni nos desalentemos (v. 1). Ellas comercian con las almas (v. 3; Apocalipsis 18:13 final).
En el primer capítulo, la perspectiva de la gloria próxima es afirmada por un triple testimonio: la visión anticipada sobre el monte santo, la profecía y el espléndido Lucero nacido en nuestros corazones. Asimismo, la certeza del juicio que caerá sobre este mundo es testificada por tres ejemplos: el destino de los ángeles que pecaron (Judas 6), el diluvio (Mateo 24:36…) y el castigo de Sodoma y Gomorra (Judas 7). Pero, en medio de una generación impía, el Señor distingue y libera al que le teme (v. 9). Pese a su mundanalidad, Lot era un justo. El paréntesis del versículo 8 muestra que Dios registra cada suspiro de los suyos. Sin embargo, Lot se habría ahorrado todos esos tormentos si hubiera sabido apreciar, como Abraham, el país de la promesa. Una posición falsa y equívoca ante los hombres siempre es una fuente de miseria para el hijo de Dios. Lot es la imagen de un creyente salvo, “aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:15). No le será otorgada “amplia y generosa entrada en el reino eterno” (cap. 1:11). ¡Que el Señor nos guarde de parecernos a él!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"