Pedro no teme las repeticiones. No se cansa de recordar las mismas verdades para que los hijos de Dios las memoricen (v. 1; cap. 1:12-13; Filipenses 3:1; Judas 17). En lo que nos concierne, no nos cansemos de volver a leerlas y meditarlas. Por tercera vez el apóstol alude al diluvio. En contraste con los que “ignoran voluntariamente” toda advertencia (Efesios 4:18), los amados del Señor no deben ignorar Sus intenciones. “El fin del mundo” que muchos evocan, sea con espanto o con ligereza, tendrá lugar solamente en el momento escogido por él. El cielo y la tierra que existen ahora serán destruidos. Solo la paciencia de Dios, que tiene en vista la salvación de los pecadores, ha detenido el juicio hasta ahora. Dios no quiere que ninguno perezca (Ezequiel 33:11). Y esa paciencia se ejerce aun a favor de los burladores que la discuten y la agravian. La humanidad está empeñada en una implacable «cuenta atrás». Llegará el momento –el último– en el que las promesas tan a menudo oídas se volverán realidad. Los acontecimientos terminarán por dar la razón a la esperanza de los hijos de Dios, para confusión de los burladores y de los impíos. Entonces será demasiado tarde para proceder “al arrepentimiento” (final del v. 9). Amigo lector, ¿ya lo hizo usted?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"