Terminada la Casa, fue inaugurada. En su respuesta a Salomón, Jehová declara que la santificó, para que Su nombre habitara en ella para siempre (v. 16, 20). ¡Qué seguridad más bienaventurada! Hoy en día la congregación de creyentes, a la cual Jesús prometió su presencia, se caracteriza por reunirse al nombre del Señor (Mateo 18:20). De ahí la seria responsabilidad de no tolerar nada que deshonre este Nombre y esta presencia. Precisamente en este sentido Jehová advierte a Salomón a partir del versículo 19.
Pero al mismo tiempo, la presencia del Señor en medio de los suyos les asegura todo lo que su alma necesita. Entonces, ¿cómo es posible que ciertas reuniones sean lánguidas y rutinarias? Algo falta, y evidentemente no es el cumplimiento de la promesa del Señor. ¡Ay!, lo que falta es la fe, nuestra fe en Su presencia, la que es suficiente para bendecirnos abundantemente aun allí.
Notemos que la respuesta divina en todos los detalles corresponde a la oración del rey en el capítulo precedente. Por ejemplo, comparemos el versículo 15 con el 40 del capítulo 6. Sí, aguardemos de Dios precisas bendiciones. Él se complacerá en concedérnoslas.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"