Debemos notar que el estrado de bronce desde el cual el rey se dirige a Jehová, posee exactamente las mismas dimensiones que el altar de bronce del desierto (v. 13; Éxodo 27:1). Este detalle tiene un hermoso e importante significado: Con base en su sacrificio cumplido y aceptado por Dios, Cristo ejercita a favor de los suyos sus oficios de sacerdote y abogado junto al Padre. De modo que “si confesamos nuestros pecados”, Dios es “fiel y justo” para perdonarlos. Fiel y justo porque Jesús los expió en la cruz (de la cual nos habla el altar). Dios no puede pedirnos cuenta de ellos una segunda vez.
Notemos que no se dice: «… si pedimos perdón»; porque al hijo de Dios ya le fue otorgado el perdón; sino: “… si confesamos”. Y el mismo pasaje prosigue, asegurándonos que
Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados
(1 Juan 1:9; 2:1-2).
Después de los versículos 22 a 29, no muy diferentes de 1 Reyes 8:31 a 53, Salomón termina su oración valiéndose de las palabras del Salmo 132:8-10. “Oirás en los cielos… oirás desde los cielos”. Los creyentes, conocedores de la voluntad de amor del Señor, pueden decir por experiencia: “Sabemos que él nos oye” (1 Juan 5:15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"