Los cristianos de Tesalónica habían aceptado la palabra del apóstol como verdadera Palabra de Dios (v. 13; Mateo 10:40). Muchos teólogos no reconocen la absoluta inspiración de todas las partes de las Sagradas Escrituras. A menudo los escritos de Pablo son presentados como las enseñanzas de un hombre, sin duda un notable hombre de Dios, pero falible, pretexto para no someterse a ellas y rechazar lo que parece demasiado estrecho… Pero, bendito sea Dios, cada palabra de la Biblia posee la misma autoridad divina.
Los celos de los judíos habían interrumpido la actividad del apóstol a favor de los tesalonicenses (v. 15-16; Hechos 17:5). Él no había terminado de instruirlos. Un maestro se siente frustrado cuando ninguno de sus alumnos obtiene el diploma para el cual los preparó. Pablo les habló al corazón y les recordó que era personalmente responsable de la fidelidad de ellos. Según el caso, él recibiría una corona de manos del Señor o sería avergonzado a causa de ellos “en Su venida” (v. 19; 1 Juan 2:28).
Queridos amigos: como el apóstol, tengamos este pensamiento presente en nuestro espíritu: pronto tendremos que rendir cuentas ante nuestro Señor de todo lo que hayamos hecho, como en la parábola de Mateo 25:19: “Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos” (véase también Romanos 14:12).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"