Oseas, asesino y sucesor de Peka, será el último rey de Israel. No aprovechó la prórroga que Jehová le otorgó por algunos años. En el noveno año del reinado de Oseas se verifica la toma de Samaria y la deportación del conjunto de las diez tribus. Pero el Dios justo no quiso poner punto final sin hacer constar una vez más y de manera indiscutible la culpabilidad de Israel. Los versículos 7 a 18 constituyen el acta de acusación irrefutable de Jehová para con ese desdichado pueblo. Lo mismo ocurrirá más tarde ante el terrible gran trono. Para su completa confusión, los muertos serán juzgados cuando se abran los libros que relatan sus obras (Apocalipsis 20:12-13).
El rey de Asiria hizo un intercambio de poblaciones. ¡Qué vergüenza ver, de ahí en adelante, el hermoso país de Canaán ocupado otra vez por naciones idólatras, aun cuando exteriormente estas aprendan a temer a Jehová y agreguen su culto al de sus divinidades! (v. 24-41).
Llegamos aquí al momento en que Jehová, por boca del profeta Oseas, pronuncia respecto de Israel el solemne “Lo-ammi” (“No sois mi pueblo”), con la recíproca: “… Ni yo seré vuestro Dios” (Oseas 1:9).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"