Después de Abiam, su hijo Asa toma su lugar en el trono de Judá. Tiene un largo reinado que contrasta con los dos precedentes. Asa hace “lo recto ante los ojos de Jehová” (v. 11). Y hacer lo recto consiste en quitar, hacer desaparecer, derribar y quemar. Es una actitud tanto más valiente y difícil que le obliga a obrar contra su propia abuela, Maaca, una idólatra. Conocemos las palabras del Señor:
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mi
(Mateo 10:37).
Desde Asa, ¡son numerosos los jóvenes convertidos que debieron y aún deben tomar una posición en contra de su propia familia! En cambio, ¡cuántos son los privilegiados que tienen padres que los alientan y les sirven de modelo! Pensemos en ese joven rey a quien su padre, su abuelo y su abuela solo habían dado un mal ejemplo. Triste constatación, el fin del reinado de Asa no está al nivel de su buen comienzo. En lugar de buscar socorro junto a Jehová en contra de Baasa, se apoya en Ben-adad. El segundo libro de Crónicas (cap. 16) nos permitirá volver a hablar de ese reinado más detalladamente, y veremos las lecciones que implica para nosotros.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"