Jetro aconseja a Moisés para que delegue a otros una parte de su servicio. Este consejo tiene apariencia de sabiduría, pero ¡en realidad desconoce el poder del Espíritu de Dios! Es uno de los principios fundamentales de la institución de clérigos. Unos hombres son designados e investidos por otros, según una jerarquía, como intermediarios entre Dios y los simples «fieles». Pero la Palabra de Dios no reconoce para la Iglesia más que un solo Jefe (Efesios 4:5), plenamente suficiente para encargarse de todo lo que concierne a los suyos. Y Jesús no atiende solamente “asuntos graves”. Nada de lo que nos concierne es demasiado pequeño ni demasiado insignificante para Él. Jamás temamos dirigirnos directamente a Él (leer 1 Pedro 5:7).
Bajo su aspecto profético, este capítulo nos muestra que Jesús no estará solo para ejercer la administración del reino (Mateo 19:28). Cuando venga del cielo acompañado por la multitud de sus rescatados será establecido un orden con responsabilidades diferentes, para la plena gloria de Dios. Mientras el pueblo de Dios prosigue su camino por el desierto, Jetro vuelve a su país (v. 27). La vida de fe, la posición de extranjero y de peregrino no tienen atractivo para él. Desgraciadamente, ¡cuántos cristianos se le parecen!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"