El único salmo que nos ha sido trasmitido como escrito por Salomón comienza así:
Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”
(Salmo 127:1).
Era una feliz (e indispensable) disposición de espíritu de parte de aquel que construía la Casa de Jehová. Es igualmente necesario, cualquiera sea la empresa a la que nos dediquemos, asegurarnos, antes de empezar, que el Señor está con nosotros para obrar y para bendecir. Y esto se aplica particularmente a los que piensan fundar un hogar.
Aquí nuestro espacio es limitado para hablar en detalle de esta maravillosa Casa. Como el tabernáculo, pero en una proporción mayor, constaba de un lugar santo y un lugar santísimo, llamado el oráculo (v. 16, V. M.), donde dos grandes querubines desplegaban sus alas. Aquí el velo que los separaba no se menciona, pero había algo nuevo: dos puertas talladas de madera de olivo permitían el acceso al interior del oráculo. Aparte de las piedras, los demás materiales empleados eran: la madera de cedro, símbolo de duración y majestad, y el oro puro, símbolo de la justicia divina, del cual todo estaba enteramente cubierto. ¿No es una admirable visión que confirma las palabras del Salmo 29, versículo 9: “En su templo todo proclama su gloria”?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"