El amor de Cristo apremiaba a Pablo con respecto a los corintios (cap. 5:14). Cuando les escribió su primera y severa carta, ese amor era igual de verdadero y grande. Pero ahora su corazón está a sus anchas; puede dejar que sus afectos hablen libremente. Recordamos a nuestros jóvenes lectores que quienes les reprenden y advierten con más severidad, generalmente son los que más los aman.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo,
dice el Señor (Apocalipsis 3:19).
La iglesia había juzgado el mal que se hallaba en ella; había demostrado que era recta y limpia (v. 11); si había tolerado un horrible pecado, lo había hecho por ignorancia y negligencia. No obstante, los corintios habían tenido que humillarse por su estado, pues este había permitido que semejante mal apareciera en medio de ellos y habían sido contristados según Dios.
El versículo 10 nos muestra que el simple pesar, la vergüenza y el remordimiento no son el arrepentimiento. Este consiste en emitir el mismo juicio que Dios emite sobre nuestros pecados; en reconocer el mal y abandonarlo, trátese de actos cometidos antes o después de la conversión (Proverbios 28:13). El arrepentimiento es el primer fruto de la fe. Ser contristados según Dios es, pues, en sí un hecho regocijador (v. 9). ¿Ha experimentado el verdadero arrepentimiento?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"