Faraón no cede nada; al contrario, exige cada vez más. En vano se quejan ante él (v. 15-18). Satanás no solamente desconoce lo que es la misericordia, sino que encuentra placer en la miseria de sus esclavos. ¡Ah!, quizá ya hayamos hecho la experiencia: el pecado es un tirano que no se modera ni desarma. Apenas es satisfecha una codicia cuando ya la otra se hace apremiante e imperiosa. Solo Cristo puede sosegar total y definitivamente un corazón. A veces Dios permite que la liberación tarde para que el hombre, sintiendo todo el peso del yugo del enemigo, sea preparado para reconocer que solo Dios puede liberarlo.
Pese al desaliento de sus siervos (v. 23), Dios no les hace ningún reproche. Por el contrario, se vale de la ocasión para darles una nueva revelación de Él mismo. “Jehová” es el nombre que Dios toma en sus relaciones con Israel. Para los patriarcas era el
Dios Altísimo, poseedor de los cielos y de la tierra.
(Génesis 14:19, V. M.)
Ahora, como quiere hacer una cosa nueva, Dios toma también un nombre nuevo. Jehová es Aquel que no cambia y que es fiel a su pacto. Para nosotros, creyentes del tiempo de la gracia, tiene un nombre mucho más precioso todavía: el de Padre, ese nombre que Jesús vino a hacernos conocer (Juan 17:26).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"