“La vara y la corrección dan sabiduría…”. La vara puede ser empleada en un sentido estricto para con los niños o bien tomar todas las formas de la disciplina del Señor para con los suyos. No hay peor castigo que el de ser abandonado a sí mismo (v. 15; Salmo 81:12).
La precipitación en las palabras (v. 20), la ira (v.22), la soberbia (v. 23) están en el origen de muchas transgresiones. Pero, en contraste con el primer Adán, este versículo 23 dirige nuestras miradas hacia Jesús. Su camino de humildad sin par tiene por contrapartida la suprema gloria (comp. Filipenses 2:5-11).
El temor del hombre arma otra trampa; no puede ir a la par con el temor de Dios (v. 25). Al querer agradar a los hombres (o no desagradarles) se deja de agradar al Señor. ¡Cuántos fueron arrastrados al mal por malos compañeros, a los cuales no se atrevieron a decirles no! Si hemos de tomar una valiente posición y tememos sus consecuencias, confiemos en Dios; Él nos pondrá en un “alto refugio”.
Finalmente, el versículo 27 nos recuerda que no hay comunión alguna entre la justicia y la iniquidad (2 Corintios 6:14-15). ¡Dios nos guarde en su comunión!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"