En el capítulo 8, versículos 2-3, Gedeón había experimentado que “la blanda respuesta quita la ira”. Ahora, a sus expensas, Jefté va a aprender la continuación de ese versículo:
Mas la palabra áspera hace subir el furor
(Proverbios 15:1).
Tropieza con los varones de Efraín, susceptibles, siempre prontos a disputar (Jueces 8:1; Josué 17:14), quienes esperan recoger frutos de la victoria sin haber combatido y están celosos del éxito de los demás, cuando en realidad tendrían que haberse regocijado con ellos por la liberación de Jehová. También reprochan a Jefté no haberlos llamado al combate. Observemos el lugar que tiene el yo en su respuesta (v. 2-3). Y esta vez se desencadena la guerra. ¡Qué triste, una guerra entre hermanos! No obstante, ¡las disputas en nuestras familias tienen el mismo carácter en un sentido más íntimo! Y las causas son idénticas: egoísmo, celos, susceptibilidad. Pensemos en el gran mandamiento del Señor: “Como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34-35; 15:12, 17), repetido por el apóstol Juan (1 Juan 3:23; 4:7, 11, 21).
Finalmente otros jueces, escogidos entre diferentes tribus, gobiernan a Israel. ¡Tiempos de paz! Sepamos aprovecharlos para fortalecernos y no para dormirnos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"