Aquí empieza la tercera parte del libro. Los servidores de Ezequías –ese rey que “ejecutó lo bueno, recto y verdadero… de acuerdo con la ley y los mandamientos… lo hizo de todo corazón” (2 Crónicas 31:20-21)– colocaron a la cabeza lo que concierne a los reyes: su gloria (v. 2, la cual no es la de 2 Crónicas 32:27), su corazón (v. 3), su trono (v. 5), lo que conviene a su presencia (v. 6). La mayoría de esos proverbios apelan a comparaciones poéticas que nos ayudan a comprenderlos y retenerlos. Los versículos 8 a 10 nos invitan a obrar con prudencia y discreción para con nuestro prójimo, por temor a que quedemos confundidos luego. Los versículos 11 a 15 tratan de las palabras. Una palabra “dicha como conviene” es un fruto de la justicia divina (el oro), pero siempre asociada a la gracia (la plata). Aun cuando se trate de una reprimenda, tendrá precio para el oído que sepa escucharla (v. 12).
El versículo 13 nos recuerda lo que debemos ser: mensajeros fieles. «Cumplir fielmente el mensaje que Dios nos confió no solo es un refrigerio para los que lo reciben, sino una satisfacción para el corazón de Aquel que nos envía. ¿Pensamos lo bastante en ello?» (H. R.).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"