No es la honra sino la vara lo que conviene al necio para hacerle tomar el camino de la sabiduría (v. 1-8). De una manera general, la disciplina del Señor y la reprensión del justo nos hacen progresar más que los cumplidos y las honras. Pero no actuemos sin inteligencia, como esos animales domésticos a los que solo el látigo y la rienda son capaces de hacer obedecer cuando “no se acercan a ti” (v. 3; Salmo 32:9). En efecto, ¡cuán preferible es adquirir sabiduría al dejarnos instruir por la Palabra antes que hacer penosas experiencias!
El ejemplo del profeta Micaías ante Acab nos muestra que los versículos 4 y 5 no se contradicen (1 Reyes 22:13-28). Al contestar al rey insensato según su locura (v. 15), Micaías turbó su conciencia, haciéndole sentir a disgusto. Al contestarle luego según los divinos pensamientos y no según su locura, el varón de Dios mostró claramente que no tenía nada que ver con esta (v. 17). También nosotros dejémonos conducir por el Espíritu de Dios para saber –según la oportunidad– cuál de las dos respuestas hemos de darle al necio.
Un andar cojo, trátese del justo (cap. 25:26) o del necio (cap. 26:7, 9), quita toda la fuerza al testimonio verbal. Sí, cuidemos que nuestro andar prepare el Evangelio de la paz (Efesios 6:15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"