Esta corta división termina lo que se llama “las palabras de los sabios” (cap. 22:17).
Cuando los hombres procuran agradar a sus semejantes, a menudo es en detrimento de la justicia y de la verdad. El hombre de Dios debe ser irreprochable desde ese punto de vista (v. 23-25).
El versículo 27 recuerda al joven creyente que, antes de pensar en fundar un hogar, debe tratar de asegurarse los recursos, de estar en condiciones para atender las necesidades de los suyos. “Después edificarás tu casa”. Pero un novato corre el riesgo de un desastre si se lanza solo a realizar una construcción. El versículo 3 de este capítulo nos designa en este caso un arquitecto en el cual podemos confiar enteramente: la Sabiduría, es decir, el Señor (comp. Salmo 127:1). La vida del creyente fiel está hecha de equilibrio. Dejar obrar al Señor no le impide ser activo y diligente, porque tuvo la oportunidad de observar a qué decadencia conduce la pereza en todos los aspectos (v. 30-34). Querido amigo, para evitar la escasez espiritual en su futuro hogar, el versículo 4 le invita a llenar de antemano, mediante el conocimiento, los compartimentos de su memoria. Y Dios hará llegar a su corazón todos los preciosos y agradables bienes que usted haya hallado en la Palabra (Mateo 13:52).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"