En los versículos 1 a 8 se trata de nuestro servicio delante de Dios; los versículos 9 a 16 enumeran principalmente nuestros deberes hacia nuestros hermanos, en tanto que desde el versículo 17 a 21 se trata de nuestra responsabilidad con respecto a todos los hombres. Cada una de estas exhortaciones, que debe ser meditada, encuentra su aplicación en nuestra vida diaria, pues la autoridad de la Palabra se extiende tanto a nuestra vida familiar como a nuestro trabajo, tanto a los días de semana como al domingo, tanto a los días de alegría como a los de tristeza (v. 15)… No hay ninguna circunstancia en la que no podamos o no debamos comportarnos como cristianos.
El versículo 11 nos alienta a la actividad. Sin embargo, los diversos servicios puestos ante nosotros: beneficencia, hospitalidad (v. 13)… deben reunirse en la expresión “sirviendo al Señor” (y no a nuestra reputación).
Gozarse en lo que es humilde y con los humildes (v. 16), soportar con paciencia injusticias o ultrajes (v. 17-20) son cosas contrarias a nuestra vieja naturaleza, pero así se manifestará la vida de Cristo en nosotros, tal como se manifestó en él (1 Pedro 2:21-23). Hacer el bien es la única réplica al mal que nos es permitida y es también la única manera de superarlo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"