Estar sometido a las autoridades es estarlo a Dios mismo quien las ha establecido, salvo que lo que se nos exija esté en contradicción evidente con la voluntad del Señor (Hechos 4:19; 5:29). El cristiano, que aprovecha la seguridad y los servicios públicos prestados por el Estado, debe comportarse como buen ciudadano, pagar escrupulosamente sus impuestos (v. 7), respetar las leyes y los reglamentos: policía, aduana, etc. “No debáis a nadie nada” (v. 8) es una exhortación que siempre debemos recordar en nuestra época, en la que es habitual comprar mediante préstamo. Las deudas pueden volverse una trampa bajo tres aspectos diferentes:
1° Empeñando un futuro que no nos pertenece.
2° Ligándonos a los hombres en vez de a Dios (Jeremías 17:7).
3° Traduciendo un espíritu de impaciencia y de propia voluntad.
Solo una deuda debe ligarnos: el amor que resume todas las instrucciones de este capítulo: amor para con el Señor (1 Pedro 2:13), amor para con nuestros hermanos, amor para con todos los hombres.
Un motivo esencial para permanecer fieles es que “la mañana viene” (Isaías 21:12). Mientras dure la noche moral de este mundo, los creyentes somos invitados a vestirnos con “las armas de la luz” (v. 12; Efesios 6:13). Sí, revestirnos del propio Señor Jesucristo: hacerlo visible en nosotros como se luce una vestimenta sin mancha. Despertémonos, amigos, no es el momento de flaquear. ¡El Señor viene!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"