“El que fácilmente se enoja hará locuras” (v. 17; comp. Eclesiastés 7:9). Al contrario:
El que tarda en airarse es grande de entendimiento”(v. 29;
véase también Santiago 1:19); y es un carácter a menudo atribuido a Dios mismo (Éxodo 34:6; Números 14:18 etc.). ¡Cuántos hechos o palabras pronunciadas en un momento de irritación luego se deploran amargamente! Antes que un espíritu impaciente mostremos más bien ese gran entendimiento: hagamos preceder la explosión de nuestra ira por un momento de reflexión (o mejor aun de oración). Más de una vez comprobaremos que después no subsiste ningún valedero motivo para nuestra irritación. El que sabe que tiene la aprobación de Dios es capaz de contar apaciblemente con Él (comp. 1 Reyes 22:24-25). “El que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado” (v. 21). Con el pretexto de que las buenas obras son sin valor para efectuar nuestra salvación, podríamos sentirnos inclinados a descuidarlas. Pero justamente los hijos de Dios son invitados a “ocuparse en buenas obras” (Tito 3:14), sin perder de vista, no obstante, que el estado de las almas es más importante que las necesidades materiales. El versículo 25 nos recuerda al Testigo por excelencia… pero igualmente lo que debe caracterizar todo testimonio fiel: mostrar a las alas el camino de la liberación.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"