Hemos notado cómo la parte y el carácter del justo y del malo están puestos en contraste casi en cada versículo de estos capítulos. Ocurre así en la vida diaria del hijo de Dios: colocado al lado de los incrédulos de este mundo, su fidelidad está llamada a hacer resaltar la iniquidad de ellos y a la inversa. Él es recto e íntegro en medio de los perversos e impíos. Los versículos 9 a 14 presentan más particularmente el lado de la vida en sociedad. El justo no está llamado a vivir solo. Su presencia en medio de este mundo que le observa es un testimonio dado a este. La epístola a Tito nos advierte que hemos de vivir justamente… en el presente siglo a fin de adornar, como lo hacen las ilustraciones de un libro, “la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:10-12).
Con los humildes está la sabiduría (v. 2).
El creyente que permanece ante Dios nunca tiene una alta opinión de sí mismo. El mejor remedio para la soberbia es pensar en la grandeza del Señor Jesús. Esa soberbia que va acompañada de menosprecio hacia el prójimo es lo contrario de la inteligencia (v. 12). Porque esta última siempre me hará hallar motivos para estimar al otro como superior a mí mismo (Filipenses 2:3).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"