El creyente no puede perder su salvación
Satanás jamás deja descansar al creyente. Sin cesar está en actividad (Job 1:7; 2:2), acusando a los hermanos día y noche ante Dios (Apocalipsis 12:10), procurando hacerlos tropezar o bien intentando turbarlos. Desde el principio, sus medios para efectuar esta obra de destrucción son los mismos. Todavía hoy, con el fin de hacer vacilar la fe, siembra la duda en los corazones y siempre utiliza el “¿Conque Dios os ha dicho?” de Génesis 3:1.
La eterna seguridad del creyente
Es conocida la historia de los dos hombres que disputaban acerca de una moneda. Mientras el uno sostenía que era de oro, el otro afirmaba que era de plata. Comenzaban ya a lanzarse miradas siniestras y a usar un lenguaje descortés, cuando apareció un tercero y les preguntó por el motivo de la disputa. «Esta moneda es de oro, y este hombre sostiene que es de plata», dijo el uno; el otro, muy airado, contestó: «Esta moneda es de plata, y este hombre insiste en afirmar que es de oro». Entonces el tercero dijo: «Los dos tienen razón, solo que el uno mira una cara y el otro la otra; la moneda es de oro por un lado y de plata por el otro». Vamos, pues, a examinar nosotros la cuestión de la salvación por los dos lados, y al final llamaré la atención de ustedes acerca de algunos textos de la Escritura que tratan de este asunto y que muy a menudo son mal interpretados por los creyentes.
Las dos naturalezas del creyente
Muchos creyentes pasan por grandes angustias porque continuamente están escudriñando sus propios corazones, pensando encontrar en él la evidencia de su conversión a Dios. Se puede que tal persona diga: «Mi problema no es ése; no dudo, ni por un solo instante, que el creyente posea actualmente la vida eterna; pero comparando mi experiencia diaria con otras verdades muy claras de la Palabra de Dios, dudo mucho de que yo haya nacido de nuevo.
Seguridad, certeza y gozo de la salvación
«¿En qué clase viaja usted?». He aquí una pregunta que a menudo se oía antes en las estaciones de ferrocarril. Permítame que le haga la misma pregunta porque, considerándolo bien, usted también está viajando de este mundo a la eternidad, y en cualquier momento puede llegar al final. Permítame, repito, que con el mayor interés le pregunte: «¿En qué clase va viajando?». No hay sino tres clases, y le explicaré cuáles son, para que se pruebe a conciencia, como si estuviera en la presencia de Dios, “a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13).
La perseverancia final - La seguridad eterna del creyente
Querido amigo,
Consideraciones finales sobre nuestra seguridad en Cristo
De lo que hemos visto hasta ahora, podemos aprender que el gran resultado de la obra de Cristo en el pasado es otorgarnos una posición divinamente perfecta delante de Dios. Hizo perfectos para siempre a los santificados (Hebreos 10:14).