La Iglesia del Dios viviente n°4
Reuniones de oración, de edificación y de evangelización
A través del libro de los Hechos sabemos que los creyentes se reunían para la oración colectiva. Nos enteramos también de que en todo momento de dificultad se convocaba a reuniones de oración. Notemos, además, que las ocasiones en las que se producían grandes bendiciones eran precedidas por reuniones de oración.
Sobre el culto y el ministerio por el Espíritu
Cinco cartas
Las presentes cartas fueron dirigidas, en 1857, a una asamblea de cristianos con los cuales el autor mantenía estrecha relación, tanto por su ministerio entre ellos como por el afecto que les tenía. Esto le alentó para tratar libremente con ellos temas de trascendente interés mutuo.
Las reuniones
Una misma y preciosa exhortación domina por entero la vida práctica de la asamblea: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16:14). Este amor, inseparable de la verdad (2 Juan 3), ciñe su “vínculo”, el de la “perfección” (Colosenses 3:14), alrededor de los creyentes, particularmente en las ocasiones en que la iglesia se halla reunida.
Las reuniones de oración
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Efesios 6:18). Al considerar el tema tan importante de la oración, dos cosas reclaman nuestra atención; primeramente, la base moral de la oración; en segundo lugar, sus condiciones morales.
Reunidos en asamblea
La Palabra reconoce ocasiones en que la Iglesia como tal está reunida en la presencia del Señor, teniendo fe en Su promesa: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Estas reuniones tienen cuatro caracteres: