¿Son mejores que otros?
No, estos cristianos en sí no son mejores. Alaban a Dios, quien por gracia los ha salvado, los guarda y restaura cuando han pecado. Saben que “la carne”, la vieja e incorregible mala naturaleza, todavía mora en ellos y que pueden deshonrar mucho a su Señor por falta de vigilancia. Reconocen y aman a todos los verdaderos hijos de Dios y saben que por el Espíritu Santo están unidos con ellos como miembros del cuerpo de Cristo.