“Despertaré al alba…” (v. 2). Como David, apreciemos el valor de esos primeros momentos de la mañana pasados en la comunión con el Señor (Salmo 63:1). La experiencia muestra que, si no sabemos aprovecharlos, por lo general la oportunidad no volverá a presentarse durante el resto de la jornada.
Los versículos 5 y 6 nos recuerdan dos verdades que no debemos perder de vista en nuestras oraciones: primeramente, que la liberación y la bendición del creyente son inseparables de la gloria de Dios. Demasiado a menudo nos olvidamos de ello en el momento de orar; solo nos preocupamos egoístamente de lo que nos concierne. Mas busquemos
Primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas nos serán añadidas
(Mateo 6:33).
En segundo lugar, ya que conocemos el amor del Señor por los suyos, no dejemos de solicitarlo: “Para que sean librados tus amados”, dice el salmista (comp. con Juan 11:3).
A partir del versículo 6, el salmo reproduce los versículos 5 a 12 del Salmo 60. Se sitúan en el momento en que Dios habrá vuelto a tomar posesión de los límites de Israel. Él ha hablado en su santidad (v. 7). Y sus primeras palabras fueron: “Yo me alegraré…”. El gozo del Señor es bendecir a los suyos y hacerlos partícipes de su herencia.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"