El capítulo 38 está intercalado en la historia de José como para mostrarnos, por el ejemplo de su hermano Judá, qué graves pecados y desórdenes en la familia podemos cometer cuando ponemos de lado a Cristo, el verdadero José. En contraste, en el capítulo 39 volvemos a encontrar a José en Egipto, joven temeroso de Dios que se guarda puro y separado del mundo. Por eso Dios, bendiciendo de manera evidente toda la actividad de su fiel testigo, se complace en mostrarnos que tal piedad le es agradable. Cuando la tentación se presenta, José la rechaza (v. 8), no escucha (v. 10), huye (v. 12; qué contraste con lo que le ocurrió a Sansón en Jueces 16:16-17).
Creyentes jóvenes, sin duda un día tendrán que dejar la casa paterna para residir en un ambiente hostil y peligroso, por ejemplo el del servicio militar. Que este ejemplo de José, quien también estaba lejos de su familia, sea para ustedes un estímulo en los combates que inevitablemente tendrán que librar. “¿Con qué limpiará el joven su camino?” –pregunta el salmista–; “con guardar tu palabra”, se responde inmediatamente. Así se armó para el día de la tentación:
En mi corazón he guardado tus dichos (tu palabra), para no pecar contra ti.
(Salmo 119:9, 11)
La cosa más preciosa, en el lugar más apropiado, para lograr el mejor objetivo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"