Una vez más, José es objeto de una horrible injusticia. Bajo un falso testimonio, es condenado y encerrado en la cárcel con otros prisioneros. El Salmo 105, versículo 18, describe sus sufrimientos físicos y morales:
Lastimaron sus pies con grillos; su persona (en hebreo: su alma) fue puesta en hierros.
(Salmo 105:18 V. M.)
Y una vez más esos sufrimientos anuncian los del Salvador. Pusieron las manos sobre Jesús (Marcos 14:46), se reunieron contra él testigos falsos (Mateo 26:59-60), “fue contado con los inicuos” (Marcos 15:28), él, quien ningún mal había hecho (Lucas 23:41).
La cárcel estaba llena de prisioneros culpables. ¡Cuán conmovedor es ver a José en medio de ellos, sin estimarse superior a causa de su inocencia, sin sublevarse en modo alguno, sin desanimarse tampoco, sino sirviendo sin cesar! Nuestros pensamientos se dirigen hacia el Hombre perfecto que vino a participar de nuestra condición miserable y desesperada para servirnos con amor. “Anduvo haciendo bienes”, dice Pedro, y añade:
Porque Dios estaba con él.
(Hechos 10:38)
Esta será también para José, tanto en la cárcel como en casa de Potifar (cap. 39:3, 21, 23), su consolación y el secreto de su prosperidad. ¡Quiera Dios que siempre y en todas partes podamos hacer la misma feliz experiencia!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"