Empezamos ahora la bella historia de José. Probablemente no exista en toda la Escritura un personaje que represente en «figura» al Señor Jesús de una manera más completa. José, objeto del amor particular de su padre, es al mismo tiempo víctima del odio y de la envidia de sus hermanos, los hijos de Israel (comp. Juan 3:19; Mateo 21:38). Da testimonio contra ellos de la maldad que los caracteriza (v. 2) y ante ellos de su exaltación futura, la cual rehúsan creer. Así también Cristo, centro de las profecías respecto a la tierra (v. 7) y al cielo (v. 9), fue el testigo fiel y verdadero contra el mundo y sus malas obras (Juan 7:7) y, para con el mundo, de Sus propias glorias futuras (Mateo 26:64). Jacob vistió a José con una túnica de diversos colores, marca visible de su favor y que nos recuerda que Jesús ha sido designado públicamente como el objeto de las delicias del Padre (Mateo 3:17; Hechos 2:22). José es, para cada uno de nosotros, un modelo de obediencia. “Heme aquí”, responde cuando su padre lo envía a visitar a sus hermanos, quienes, no obstante, lo aborrecen (v. 13). ¡Pero en Jesús tenemos un modelo más grande! Se presentó con una obediencia perfecta cuando el Padre quiso enviarlo:
He aquí, vengo… El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado.
(Salmo 40:7-8)
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"