El largo camino seguido por José en busca de sus hermanos recuerda el que recorrió el Hijo de Dios para buscar y salvar a los que estaban perdidos. Primeramente camino de despojamiento: siendo Dios, se hizo hombre. Luego, camino de humillación hasta la muerte, sí, hasta la muerte de cruz (Filipenses 2:7-8).
Después viene el crimen cuyos detalles hablan de la cruz de Cristo: sus hermanos urden ruines conspiraciones para matar a aquel que había venido a servirles (Salmo 109:5; Jeremías 11:19; Juan 11:53);
Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente.
(Salmo 94:21)
Lo despojan de su vestido (Salmo 22:18) y lo echan en la cisterna, imagen de la muerte. Todos esos sufrimientos fueron en su plena realidad la parte del Salvador.
Finalmente venden a José como esclavo por veinte piezas de plata a unos extranjeros. Aquel que es más grande que José fue vendido por treinta piezas, hermoso precio en el que fue estimado por ellos (Zacarías 11:13), y luego fue entregado por los judíos a Pilato. ¡Qué desamparado debió sentirse José! ¡Y cuánto más grande fue la angustia de Aquel de quien José no es más que una débil imagen, cuando tuvo que pasar por todos esos dolores, por una muerte verdadera y por el abandono de Dios, por amor a usted y a mí!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"