Después de permanecer callado acerca del tema de los grandes fenómenos de la naturaleza, y luego acerca de las leyes que mantienen el equilibrio del mundo, Job, alumno ignorante, es interrogado ahora respecto a la Zoología por el Maestro de todo conocimiento. Su nota en esta materia no será mejor.
Desde los remotos tiempos en que vivía nuestro patriarca, y pese a todos los esfuerzos del hombre para sondearlos, ¡cuántos misterios subsisten en la Creación, misterios con los cuales tropieza la ciencia humana, a menudo enceguecida por sus teorías, ¡empezando con el del origen de la vida!
Dios habla de muchas cosas en esos cuatro capítulos. De las pequeñas como también de las grandes. Pero todas son cosas que Él ha hecho. En cambio, no hallamos en ellas ni una sola palabra de las obras del pobre Job. De todos sus méritos –de los cuales, sin embargo, el patriarca se había tomado el trabajo de hacer una larga enumeración– el Señor no puede retener ni uno solo. Sin la cruz, hacia la cual ya de antemano Dios dirigía sus miradas (véase Romanos 3:25); sin la cruz, tal hombre estaba perdido.
Si usted, amigo, tiene todavía confianza en sus propios esfuerzos y en sus capacidades, mire hacia el Señor. Él mismo cumplió grandes cosas que exaltan su sabiduría… pero, encima de todas, la obra de la salvación de usted, la que magnifica su amor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"