“¿Qué enseñador semejante a él?” pregunta Eliú (v. 22). Varios de nuestros lectores posiblemente estén estudiando. No olviden que Dios también tiene su escuela. Si aceptan seguir sus clases, ella los volverá más sabios e instruidos de lo que podrían hacerlo todas las universidades del mundo (Salmo 94:10, 12; Isaías 48:17).
¿Qué enseñador semejante a él? (v.22).
Después de haber oído el sermón del monte, las multitudes reconocieron que Jesús “les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:29). Autoridad y también sabiduría, incansable paciencia, dulzura aun en la reprensión, tales han sido los caracteres del divino Maestro venido de Dios para enseñar a los hombres (Juan 3:2). No está más sobre la tierra, pero nos ha dejado su Palabra, fuente de toda instrucción para nuestras almas.
Eliú glorifica el poder de Dios, su obra (v. 24), su grandeza (v. 26), su justicia y su bondad (v. 31). Alegrémonos de poder proclamar con él: “He aquí Dios es… poderoso… He aquí Dios es excelso en su poder… He aquí Dios es grande”. Dar a conocer el Padre y glorificar su nombre, este fue el gran pensamiento del Señor aquí abajo, la misión que cumplió plenamente (Juan 17:1, 4, 6, 26). En esto se resumía toda su maravillosa enseñanza.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"