Job había pensado que Jehová no se interesaba por su bienestar. Pero, ¿existía una criatura cualquiera, desde la cría del cuervo hasta el caballo o el águila, que Dios no tuviera en cuenta? Si bien cuida de todos los seres vivientes, mucho más vela por el hombre, su principal criatura, pues hasta posee una vida más allá de la tumba.
En los evangelios, el Señor Jesús da a los suyos exactamente la misma enseñanza (comp. el cap. 38:41 con Lucas 12:24). Y nos invita a no preocuparnos por nuestras necesidades de cada día; Dios las conoce. Solo una cosa puede faltarnos (y a menudo nos falta): la fe en ese Dios fiel.
Dios acaba de hablar a Job de su creación. Este concluye de ello correctamente: “He aquí que yo soy vil” (cap. 40:4). Pero aún no puede decir nada más. Anteriormente se había propuesto discutir con Dios como de igual a igual. Hasta había declarado: “… querría razonar con Dios” (cap. 13:3; véase 10:2; 23:3-4). Ahora que se le brinda la oportunidad, él comprende ante toda la grandeza de su Creador que esto no es posible. Esta es una primera lección, pero le queda por aprender otra. Eliú había dicho que Dios habla una vez, dos veces… Jehová va a hablarle por segunda vez a fin de inducir a Job a una plena y sincera convicción de pecado.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"