Dios aparece otra vez a Abram, le reitera Su promesa de una innumerable descendencia y le cambia su nombre por el de Abraham. Un cambio de nombre en la Biblia es siempre el signo de una nueva relación con aquel que lo da. A partir de este momento nuestro patriarca no es solamente el hombre de fe, sino también el padre de todos los hombres de fe (Romanos 4:11). Al darle este nombre: “padre de muchedumbre de gentes”, Dios ya pensaba con interés y amor en esa muchedumbre de creyentes de los cuales Abraham sería considerado como cabeza de linaje, de los cuales esperamos que nuestros lectores formen parte. Y a través de los reyes que descenderían de Abraham (v. 6), Dios veía con antelación al “Hijo de David”, el Rey que regirá a Israel y al mundo. Con la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham, comienza el Nuevo Testamento.
Al mismo tiempo que un nombre, Dios da a Abraham otra señal: la circuncisión, la que corresponde, en cierta medida, al bautismo de hoy día y representa a la vez la separación para Dios y la desconfianza en la carne (Filipenses 3:3-4).
El final del capítulo nos muestra a Sara recibiendo también su nuevo nombre, Isaac anunciado, y Abraham obedeciendo a la orden que Dios le ha dado.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"