La historia de Ester constituye un relato muy distinto que se coloca cronológicamente entre los capítulos 6 y 7 del libro de Esdras. Pone en escena, por una parte, a los judíos que habían quedado en el imperio persa después del primer retorno a Jerusalén, y, por otra, al soberano de ese imperio: el poderoso Asuero con los que le rodean. En la historia se conoce a ese rey bajo el nombre de Jerjes, hijo de Darío. Es célebre por su campaña contra los griegos, marcada por la resonante derrota de su flota en Salamina. Daniel 11:2 alude a ese monarca y a sus riquezas.
La fastuosa recepción que le vemos dar aquí se sitúa antes de esa guerra, probablemente con vistas a prepararla. Todo en este capítulo es para gloria del hombre, cuyo orgullo no tiene límites. Sin alcanzar ese lujo y esa amplitud, en nuestra época no faltan fiestas y manifestaciones grandiosas en las cuales una persona (o una nación) procura deslumbrar y eclipsar a sus vecinos. Un fiel hijo de Dios no se asocia a esas cosas. ¿Por qué? Justamente porque el poder, la inteligencia y la tolerancia (Ester 1:8) del hombre se ven exaltadas en ellas.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"